Una bella muerte

Un sketch de Jean-Pierre Martinez

Un bar. Una mesa en la que está sentada una mujer. No hay ninguna consumición delante de ella. Llega otra mujer.
Una (levantándose) – Ah, has venido…
Dos – ¿Tenía elección?
Incómodas, dudan en besarse, pero desisten. Se sientan.
Una – ¿Quieres algo?
Dos – Pedí un café de paso.
Una – Aunque sepamos que no estamos aquí para siempre… Te afecta…
Dos – A su edad… Sabíamos que estaba en período de preaviso, ¿verdad?
Una – Aparentemente, ocurrió mientras dormía.
Dos – ¿Ah, sí…?
Una – Al menos no sufrió… Ni siquiera se dio cuenta de que se iba.
Dos – Una muerte hermosa, como dicen… No reemplaza una vida hermosa, pero siempre es mejor que nada…
Una – Siempre hizo lo que quiso…
Dos – ¿Eso es suficiente para tener una vida hermosa…?
Una – Era otra época.
Dos – Sí…
Silencio incómodo. La segunda se levanta.
Dos – Voy a ver qué hacen con mi café… Parece que me olvidaron… ¿Quieres algo más?
Una – Todavía no me trajeron lo que pedí…
La segunda se acerca a la barra. La primera se retoca el maquillaje. La otra vuelve con dos tazas de café.
Dos – Las tenían preparadas, pero se olvidaron de traérnoslas…
Una – Espero que todavía esté caliente…
Dos (dando un sorbo) – En todo caso, está fuerte… Despertaría a un muerto…
La otra le lanza una mirada sorprendida, preguntándose si es una broma o no.
Una – Ni siquiera pudimos despedirnos de él.
Dos – ¿Despedirnos?
Una – Decirle adiós, si prefieres…
Dos – No sé qué prefiero, pero bueno…
Una – Aun así… Si hubiéramos sabido…
Dos – Incluso si hubiéramos sabido la fecha y la hora… Entre nosotras, ¿qué habría cambiado?
Una – Podríamos haberle dicho una última palabra…
Dos – ¿Una última palabra? ¿Como qué, por ejemplo?
Una – No lo sé…
Dos – En lo que a mí respecta, no estoy seguro de que la última palabra que le podría haber dicho le habría sido de gran consuelo…
Una – Ya no sirve de nada rumiar el pasado… Ahora que ya no está…
Dos – Tienes razón… Miremos resueltamente hacia el futuro… Entonces, ¿qué hacemos con el cuerpo?
Una – Hablas como si fuéramos nosotros quienes lo hubiéramos asesinado…
Dos – Estaba pensando en la cremación…
Una – ¿Crees que eso es lo que él hubiera querido?
Dos – Bueno… No recuerdo haber tenido ese tipo de conversación con él… De hecho, no recuerdo haber tenido nunca una conversación real con él… ¿Y tú?
Una – No, yo tampoco…
Dos – En ese caso, nos toca decidir a nosotros. Personalmente, nunca he sido muy fan del lado mausoleo. Excepto para los grandes hombres, por supuesto. No vamos a embalsamarlo como a Stalin… Y como no tengo la intención de ir a dejarle flores todos los años en el Día de Todos los Santos.
Una – No lo sé…
Dos – Hablo por mí… Pero sobre todo no quiero privarte del placer de ir a poner flores en su tumba una vez al año… Si crees que es mejor invertir en la piedra… Haremos lo que tú quieras.
Un momento.
Una – ¿Y qué haríamos con las cenizas?
Dos – Las compartimos. Como es todo lo que nos dejó.
Una – No podemos hacer eso…
Dos – Si prefieres esparcirlo todo en tu césped entre la barbacoa y la piscina, estoy dispuesta a dejarte mi parte, tranquila…
Silencio.
Una – ¿Cómo puedes ser tan dura…?
La emoción se apodera de ella.
Dos – ¿Cómo hemos llegado a esto? Esa es la pregunta…
Una – Así es… No es culpa de nadie…
Dos – ¡Es culpa de alguien, necesariamente!
Una – Ya es demasiado tarde, de todos modos.
Silencio.
Una – ¿Y tú, cómo estás?
Dos – Estoy bien.
Una – ¿Eso es todo?
Dos – Sería demasiado largo…
Su teléfono suena, ella responde.
Dos – Sí… Ah, eres tú… No, no… Sí, sí, pero… Escucha, estoy en una reunión ahora. Bueno… más bien, una reunión familiar. No, tampoco es realmente una fiesta familiar, te contaré. ¿Puedo llamarte después? Vale, nos vemos luego… Yo también…
Guarda su teléfono.
Dos – Perdona… ¿Y tú, cómo estás?
Una – Ha pasado tanto tiempo… No sé por dónde empezar…
El teléfono de la otra suena de nuevo.
Dos – Perdón… (Contesta la llamada.) Sí… Ah, entendido. No, no, no es grave. ¿No? Pero te dije que… Vale, estaré allí en una hora.
Guarda su teléfono.
Dos – Lo siento mucho… ¿De qué estábamos hablando?
Una – No importa.
Dos – Mira, sinceramente, si puedes ocuparte de eso por… A mí me supera… Haz lo que creas conveniente, para mí no hay problema… Y por supuesto, compartimos los gastos…
Se levanta.
Dos – Realmente tengo que irme ahora… No había planeado… Pero podemos almorzar juntas uno de estos días…
Una – Por qué no.
Comienza a sacar un billete de su bolso para pagar.
Dos – Déjalo, pagaré cuando me vaya. Tienes mi número, ¿me mantienes informada?
Una – De acuerdo…
Esta vez se besan, torpemente. La segunda se va. La primera vuelve a sentarse y termina su café.
Dos – Y ahí lo tienes, ahora está frío…
Negro.


Aquellos textos los ofrece gratuitamente el autor para la lectura. Sin embargo cualquier representación pública, sea profesional o aficionada (incluso gratuita), debe ser autorizada por la Sociedad de Autores encargada de percibir los derechos del autor en el país de representación de la obra. En España SGAE, en Argentina ARGENTORES, en Uruguay AGADU, en México SOGEM.

Contactar con el autor : FORMULARIO DE CONTACTO

Sketch extraído de la recopilación La Barra
Enlace a la recopilación para comprarla o descargarla gratuitamente (PDF).

Encuentra todas las obras de teatro de Jean-Pierre Martinez en su sitio web:
https://jeanpierremartinez.net

Scroll al inicio