Un sketch de Jean-Pierre Martinez
Un hombre mirando fijamente hacia la sala. Otro llega. Parece que busca por dónde ir.
Dos – Perdona. La tumba de Jim Morrison, ¿sabes dónde se encuentra…?
Uno (saliendo de sus pensamientos) – Ni idea.
El otro mira a su alrededor.
Dos – La última vez que estuve aquí fue para el funeral, pero estaba tan colocado… No recuerdo nada… (Mirando también hacia la sala) ¿Lo conocías?
Uno – ¿A Morrison?
Dos – A ése… al que están enterrando ahora… Mucha gente… ¿Era famoso?
Uno – Un filósofo… que también escribía obras de teatro.
Dos (comentando con ironía una oración fúnebre que no se oye) – Era un sabio pensador, un profesor generoso, un amigo fiel… Bla bla bla… No me extrañaría que escribiera libros aburridos, manoseara a sus alumnos, y debiera dinero a todo quisque… (El otro le mira con curiosidad) Los cabrones también mueren ¿no? Y encima, casi siempre más viejos que los demás. Pero al final también la palman. Pero ¿dónde los entierran? Mira todos esos epitafios. A mi querido esposo… A nuestro amado padre… A nuestro adorado jefe… Y a los tíos que engañaban a su mujer, que pegaban a sus hijos y explotaban a sus empleados ¿dónde los entierran? No me explico de dónde viene esa extraña costumbre de santificar a los cabrones cuando han muerto.
Uno – Supongo que será por la gratitud de los que dejan atrás por habérselo quitado de encima.
Dos – En todo caso, aunque sólo fuera por eso, valdría la pena asistir a sus propios funerales. Para poder oír a los que no te tragaban estando vivo proclamar hasta qué punto eras un tipo formidable…
El otro le mira con interés.
Dos – ¡Joder… y ahora el minuto de silencio! No nos habrán ahorrado nada.
Silencio.
Dos – Una obra de teatro escrita por un filósofo debe de ser un coñazo ¿no?
El otro parece un poco ofuscado.
Dos – Perdón… ¿Quizá era un amigo… o un pariente?
Uno – Yo tampoco quería perderme mi entierro… (Presentándose, tendiendo la mano) Jean-Paul…
Dos (apretando la mano que el otro le tiende) – Jim…
Uno – No te habría reconocido. Por entonces tenías el pelo largo ¿no…?
Dos – Sí… Y tú bizqueabas un poco.
Un – Sólo de un ojo. (Suspirando con filosofía) Pero ya no somos más que esencia, ¿verdad…?
Jim saca un cigarrillo.
Dos – Ya podemos fumar sin miedo al cáncer… Come on, baby, light my fire.
Jean-Paul enciende el cigarrillo.
Uno – Lo siento, pero no conozco mucho su discografía…
Dos – Yo tampoco leí tus libros… El existencialismo, ¿no era eso?
Uno – Sí…
Dos (irónico) – Ser o no ser…
Jean-Paul parece preguntarse si Jim le esta tomando el pelo o no.
Uno – Esa es de otro dramaturgo, pero bueno… ¿Estás seguro de que enterraron a Morrison en el cementerio de Montparnasse?
Dos – ¿No?
Uno – Yo diría más bien en el de Père Lachaise….
Dos – Joder, no me acuerdo de nada. Estaría colocadísimo…
Oscuro.
Aquellos textos los ofrece gratuitamente el autor para la lectura. Sin embargo cualquier representación pública, sea profesional o aficionada (incluso gratuita), debe ser autorizada por la Sociedad de Autores encargada de percibir los derechos del autor en el país de representación de la obra. En España SGAE, en Argentina ARGENTORES, en Uruguay AGADU, en México SOGEM.
Contactar con el autor : FORMULARIO DE CONTACTO
Sketch extraído de la recopilación Muertos de la risa
Enlace a la recopilación para comprarla o descargarla gratuitamente (PDF).

Encuentra todas las obras de teatro de Jean-Pierre Martinez en su sitio web:
https://jeanpierremartinez.net