Un sketch de Jean-Pierre Martinez
Un mendigo llega. Ve una moneda en el suelo y la recoge.
Uno – Dos euros… Es mi día de suerte.
Llega otro mendigo.
Dos – Hola…
Uno – Hola… Nunca te había visto por esta calle.
Dos – No, soy nuevo. ¿Y qué? ¿Te molesta?
Uno – Me sorprende, eso es todo.
Dos – La calle es de todos, ¿no?
Uno – La calle, quizás… Pero la acera…
Dos – Y tú, ¿cuánto tiempo llevas ocupando esta acera?
Uno – Este lugar es mi hogar.
Dos – Así que eres un tipo hogareño, ¿eh?
Uno – Tengo mis pequeñas costumbres, sí. Conozco a todo el mundo.
Dos – Conoces a todo el mundo. Pero nadie te conoce.
Uno – En todo caso, no te conozco a ti.
Dos – Bueno, yo te conozco.
Uno – ¿Me conoces a mí?
Dos – ¿De verdad no te acuerdas de mí?
Uno – No.
Dos – Es cierto que he cambiado un poco. Tú también, por cierto.
Uno – No me gustan mucho los acertijos.
Dos – Imagíname afeitado, con traje y corbata, detrás de un escritorio de imitación caoba.
Uno – Perdona, pero me cuesta entenderlo.
Dos – Yo era tu asesor patrimonial en el Banco del Espírito Santo.
El otro se queda momentáneamente petrificado.
Uno – ¡Bastardo! ¿Y vienes aquí a burlarte de mí de nuevo en mi calle? ¡Te estrangularé, desgraciado!
Intenta saltarle al cuello, pero el otro esquiva.
Dos – ¡Con calma! Podemos hablar, ¿no? Y justamente, tengo un negocio que proponerte.
Uno – ¿Un negocio? ¡Pero si terminé así precisamente por las inversiones miserables que me aconsejaste, desgraciado!
Dos – Esta vez es diferente, te lo aseguro. Es absolutamente sin riesgo.
Uno – ¿Sin riesgo? ¡Claro que es sin riesgo! ¿Qué más puedo perder? ¡Solo me dejaste la camisa que tengo puesta!
Dos – Lo has dicho tú mismo, no tienes nada que perder, y yo tampoco. Entonces, ¿sí o no? ¿Quieres que te dé una oportunidad para recuperarte?
Uno – ¡No!
Dos – Muy bien… Entonces, mala suerte para ti. Intentaré encontrar otro socio. Te dejo, porque no tengo tiempo que perder. Es una oportunidad única que debo aprovechar en la próxima hora.
Comienza a irse.
Uno – Vale, sigue hablando…
Dos – ¿Estás seguro?
Uno – Te escucho…
Dos – Bueno, resulta que me quedaba un billete de 50 euros.
Uno – ¿Eso es todo lo que te quedaba de lo que me robaste?
Dos – Decidí jugármela. Fui a ver a una vidente hace un rato y me dio los cinco números del próximo sorteo de lotería.
Uno – ¿Es una broma?
Dos – Te lo aseguro, ella estaba muy segura de sí misma.
Uno – Muy bien. ¿Vas a hacerte millonario entonces? Me alegro por ti. ¿Y en qué me concierne a mí? ¿Planeas devolverme con tu gran premio, verdad?
Dos – No exactamente.
Uno – Curioso, pero ya me lo imaginaba.
Dos – Así que le di los 50 euros que me quedaban para obtener esta información privilegiada… y ni siquiera tengo dos euros para comprar una boleta de lotería.
Uno – ¿Y…?
Dos – ¡Solo me queda una hora!
Uno – ¿Y entonces?
Dos – Bueno, me preguntaba si… si estarías dispuesto a invertir en este negocio. Tú pones los dos euros. Y compartimos las ganancias. Dos tercios para mí, un tercio para ti.
Uno – En pocas palabras, ¿quieres que te dé los dos euros que acabo de encontrar en el suelo… para comprar una boleta de lotería porque una vidente te dio los números ganadores?
Dos – ¡Entonces sí tienes dos euros para invertir en este negocio! No te arrepentirás, créeme.
Uno – ¡Pero de verdad crees que soy un tonto! ¡Con estos dos euros, puedo comprar una barra de pan y una botella de vino tinto!
Dos – ¡Pero yo te propongo hacer fortuna!
Uno – ¡Tú fuiste quien me arruinó!
Dos – Me decepcionas, ¿sabes? ¡Incluso en el caso muy improbable de que esa vidente se haya equivocado, te estoy ofreciendo ganar 60 millones! Y tú me hablas de una barra de pan y una botella de vino. ¿Sabes qué? No eres digno de ser mi socio en este negocio. Bueno, te dejo…
Está a punto de irse.
Uno – Vale. Cincuenta-cincuenta. Aunque soy yo quien asume el riesgo financiero. Como siempre…
Dos – De acuerdo, pero eres duro en los negocios.
Extiende la mano y el otro le da los dos euros.
Dos – No te arrepentirás, créeme. Espérame aquí, volveré. ¡Esta noche seremos ricos!
Uno – Antes de conocerte, ya lo era.
El otro se va.
Dos – ¿Por qué tengo esta desagradable sensación de que vuelvo a ser engañado?
Negro.
Aquellos textos los ofrece gratuitamente el autor para la lectura. Sin embargo cualquier representación pública, sea profesional o aficionada (incluso gratuita), debe ser autorizada por la Sociedad de Autores encargada de percibir los derechos del autor en el país de representación de la obra. En España SGAE, en Argentina ARGENTORES, en Uruguay AGADU, en México SOGEM.
Contactar con el autor : FORMULARIO DE CONTACTO
Sketch extraído de la recopilación Escenas callejeras
Enlace a la recopilación para comprarla o descargarla gratuitamente (PDF).

Encuentra todas las obras de teatro de Jean-Pierre Martinez en su sitio web:
https://jeanpierremartinez.net