Quimeras

Un sketch de Jean-Pierre Martinez

Uno – Prométeme que no te vas a poner nervioso…
Dos – ¿Qué?
Uno – Acabo de ver pasar un unicornio.
Dos – ¿Son peligrosos los unicornios?
Uno – Que yo sepa, no.
Dos – Entonces no hay razón para entrar en pánico.
Uno – Sí… Además, parecía más bien asustado. Se escapó en cuanto me vio.
Dos – Quizás nunca había visto a un ser humano antes. La primera vez debe de ser impactante.
Uno – Claro. Si le hubieran repetido toda su vida que los humanos no existen. Y de repente nos ve.
Dos – Debió de alucinar.
Uno – Pero aun así… ¿Qué hacía ahí ese unicornio? Humanos y unicornios no deberían encontrarse, ¿no?
Dos – No, es raro.
Uno – Sí…
Dos – Ayer, en la playa, vi una sirena.
Uno – ¿Una sirena?
Dos – No, no en la playa, tumbada en una toalla… ¡En el agua!
Uno – ¿Cómo supiste que era una sirena, si estaba en el agua?
Dos – Estaba haciendo submarinismo. Iba tras un calamar, y de repente me topo de frente con una sirena.
Uno – Ella debió de quedarse sorprendida.
Dos – Sí. Igual que tu unicornio.
Uno – ¿Y qué te dijo?
Dos – Nada. Me miró con ojos muy abiertos y luego se alejó nadando tranquilamente.
Uno – Es una locura.
Dos – Sí. ¿No te parece que este tipo de encuentros son cada vez más frecuentes?
Uno – Debe de ser el cambio climático.
Dos – Ayer, en un bar, un tipo me contó que había visto un dragón.
Uno – ¿Un dragón?
Dos – No sé si será verdad.
Uno – ¿Pero un dragón que escupe fuego?
Dos – No se me ocurrió preguntarle.
Uno – De verdad, en qué mundo vivimos, te lo juro.
Dos – Sí… Mira, ahora mismo, si viera pasar delante de mí un centauro o una arpía, no me sorprendería tanto.
Uno – Las arpías son menos raras que las sirenas, ¿no?
Silencio.
Dos – Por cierto, ¿tu viaje a Roma fue bien?
Uno – Muy bien. Incluso vi al Papa.
Dos – ¿Conociste al Papa?
Uno – No, no me concedió una audiencia privada. Lo vi pasar entre la multitud en la Plaza de San Pedro.
Dos – Qué fuerte… ¿Y cómo estaba?
Uno – Con túnica, una solideo en la cabeza y un tubo en la nariz. En una especie de coche de golf.
Dos – Ah, ya.
Uno – Tuve una suerte increíble de visitar el Vaticano justamente ese día. Al día siguiente, murió.
Dos – Ah, sí, vaya suerte.
Uno – Desgraciadamente, no pude quedarme para el funeral. Con las aerolíneas de bajo coste, los billetes no son modificables.
Dos – Tampoco hay milagros, ¿no?
Uno – Sí… (Un tiempo) Mira, el unicornio acaba de pasar otra vez…
Dos – Quizás acabe acostumbrándose a nuestra presencia.
Oscuro.


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Sketch extraído de la recopilación ¡Tranquilo!
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Tranquilo

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https://jeanpierremartinez.net

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