Un sketch de Jean-Pierre Martinez
Dos personajes (hombre o mujer) están ahí, aparentemente esperando. Permanecen en silencio unos instantes.
Uno – Joder, qué largo se está haciendo.
Dos – Ya.
Uno – ¿Cuánto tiempo llevamos esperando?
Dos – No sé. Nos pidieron estar en el plató a las ocho… (mira su reloj) Son las once…
Uno – ¡Tres horas! Y todavía no hemos hecho ni una toma.
Dos – Es verdad que en tres horas uno pensaría que les ha dado tiempo a prepararse.
Uno – O que nos digan directamente que vengamos a las doce.
Dos – El cine… Sería un trabajo maravilloso si no fuera por los técnicos…
Uno – A lo mejor deberíamos ir a preguntar qué pasa…
Dos – Sinceramente, te aconsejo que no lo hagas.
Uno – Además, son tan susceptibles… En cuanto dices algo, ya es que las estrellas desprecian a los trabajadores del espectáculo.
Dos – Al final, solo nos queda callarnos y esperar.
Uno – Pero al final, quienes salimos en pantalla somos nosotros.
Dos – Sí. Y me pregunto si no será precisamente eso lo que nos hacen pagar, haciéndonos madrugar para luego dejarnos tirados durante horas entre corrientes de aire viéndoles trabajar.
Uno – Eso, si los viéramos, claro.
Dos – Es verdad, hace rato que no aparece nadie. Me pregunto qué narices están haciendo.
Uno – Seguro que están almorzando. Los obreros se levantan temprano, ¿sabes? Así que a las once ya tienen hambre…
Dos – Y luego dicen que los actores somos los complicados… Pero la verdad es que los actores pasamos más tiempo esperando a los técnicos que al revés.
Un momento.
Uno – Por cierto, yo también empiezo a tener un hambre… ¿Tú no?
Dos – Sí…
Uno – Hay comida en la mesa, al lado. No estará reservada solo para los técnicos, ¿no?
Dos – No, pero… solo hay embutido y queso.
Uno – ¿Y qué?
Dos – Soy vegano.
Uno – Vaya, mierda…
Dos – Ya ves… También el menú lo eligen los técnicos. Y los obreros comen embutido.
Un momento.
Uno – ¿Puedo hacerte una pregunta?
Dos – ¿Ves? Eso es lo que más temo de estar horas esperando a que al director le dé por decir “acción”…
Uno – ¿Qué?
Dos – Que siempre acaba saliendo alguna pregunta existencial.
Uno – Perdón…
Dos – Venga, dispara.
Uno – Cuando interpretas un papel, ¿en tu cabeza eres de verdad el personaje, o solo recitas el texto y posas pensando en lo que vas a comer al mediodía?
Dos – Vale… ¿Stanislavski o Brecht, no?
Uno – Eh… Sí, si quieres…
Dos – Yo soy más de la opinión de Diderot.
Uno – ¿Diderot?
Dos – El Paradoja del comediante, ¿no te suena?
Uno – No.
Dos – Según Diderot, el actor no debe identificarse con el personaje que interpreta. Su trabajo no es sentir las emociones del personaje, sino hacer que el público las sienta.
Uno – ¿Ah, sí…?
Dos – Si interpreta la rabia, por ejemplo, no tiene que estar rabioso, sino reproducir de manera convincente los signos de la rabia.
Uno – Entiendo.
Dos – Es lo contrario del método del Actors Studio, para que me entiendas.
Uno – Ya veo.
Dos – ¿Seguro?
Uno – Sí, sí… Claro.
Dos – ¿Conoces esa escena de Taxi Driver, cuando De Niro ensaya delante del espejo haciendo de tipo duro?
Uno – You talkin’ to me?
Dos – Pues en esa escena, De Niro, o mejor dicho, su personaje, intenta reproducir los signos de la rabia para impresionar a un adversario imaginario.
Uno – Pero De Niro se formó en el Actors Studio, ¿no?
Dos – Sí, pero precisamente en esa escena, su personaje está intentando interpretar un papel. Es una especie de “metateatro”. Cuando De Niro interpreta al taxista, usa el método del Actors Studio. Pero cuando su personaje intenta hacerse pasar por alguien más duro, imita un estereotipo.
Uno – ¿Y eso está mal?
Dos – Si lo haces de forma exageradamente caricaturesca, sí. Pero se puede interpretar la rabia sin estar enfadado. Muchas veces queda más creíble. Y desde luego, es mucho menos agotador a largo plazo.
Uno – Sin duda…
Dos – ¿Y tú? ¿Eres más de Actors Studio o más de Diderot?
Uno – Yo me meto a fondo en el personaje. Me identifico totalmente, ¿entiendes? No interpreto al personaje, soy el personaje.
Dos – Vale…
Uno – ¿No te parece un buen método?
Dos – Sí, sí, ¿por qué no…? Pero… me preocupa un poco, eso es todo. Porque en la escena que vamos a rodar tú eres un poli violento y yo el pobre tipo al que interroga…
Uno – Ah, creo que ya nos toca.
Dos – Bueno… Intenta mantener algo de distancia con tu personaje, ¿vale? (El otro ya está metido en su papel y parece no escucharle.) ¿Me oyes?
Uno – You talkin’ to me?
Negro.
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Sketch extraído de la recopilación Entre Bastidores
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