Un sketch de Jean-Pierre Martinez
Un hombre se despierta en su cama. Llega una mujer con bata blanca.
Mujer – Buenos días, señor.
Hombre – Buenos días, doctora.
Mujer – Esta vez no le pregunto si está bien. Es una de esas preguntas que se hacen automáticamente, antes de darse cuenta de que no deberían.
Hombre – ¿No ha visto a un notario salir de esta habitación con un testamento firmado con tinta invisible?
Mujer – Mi querido señor, creo que en el estado en el que nos encontramos… Quiero decir, en la etapa terminal en la que se encuentra… No tiene sentido engañarnos, ¿verdad?
Hombre – ¿Debo entender que aún no tiene buenas noticias que darme?
Mujer – Todavía nos debe bastante dinero. Le debo al menos la verdad. Fue, como se dice, la operación de última oportunidad. Lamentablemente, la operación no tuvo éxito. Realmente lo siento.
Hombre – No me sorprende. Nunca he tenido suerte…
Mujer – No tenga ningún remordimiento. En nuestro jerga, cuando hablamos de una operación de última oportunidad, nos referimos a una operación que no tiene ninguna posibilidad de éxito.
Hombre – Entiendo.
Mujer – Lo de la operación de última oportunidad es solo una artimaña de los médicos para hacer esperar a la familia, y al paciente mismo, mientras esperan el desenlace fatal.
Hombre – Sí, creo que entiendo la idea general…
Mujer – ¿Conoce a muchos pacientes que hayan sobrevivido después de una operación de última oportunidad?
Hombre – No, lo admito…
Mujer – Exacto… Y como no se puede creer que todos los pacientes sean tan desafortunados…
Hombre – Entonces, estoy condenado.
Mujer – No usaría términos tan brutales, pero… Sí, querido señor, ha llegado el momento de hacer un balance de su vida… y saldar cuentas con la sociedad. Empezando por la que es accionista mayoritaria en este hospital…
Hombre – Le agradezco su franqueza, Doctora Ionesco.
Mujer – Lamentablemente, tendré que pedirle que deje de llamarme Doctora.
Hombre – ¿Ah sí?
Mujer – Después de revisar mis diplomas y la tasa de mortalidad en mi departamento de cirugía, la dirección de este hospital ha considerado preferible reasignarme a contabilidad.
Hombre – Lo entiendo, pero entonces… ¿qué hace aquí exactamente?
Mujer – Bueno… Cuando hablaba de saldar cuentas, no era una metáfora… Vengo por la pequeña factura, querido señor… Cierto, nos dejará, pero no piense que lo dejaremos ir sin pagar. ¿Y no le han recomendado tener un seguro complementario?
Hombre – ¿Y si no tengo los medios para pagar?
Mujer – Eso podría afectar seriamente la salvación de su alma. Sabe, ahora… nuestro Servicio de Recuperación es extremadamente eficiente.
Hombre – Más que su Servicio de Cirugía, al menos.
Mujer – Digamos que… los rumanos que empleamos en este hospital son mucho más eficientes en el área de recuperación de deudas que en la cirugía cerebral… Y nuestros accionistas ahora tienen conexiones muy altas.
Hombre – ¿Quiere decir… allá arriba?
Mujer – ¿Qué podemos hacer? Los fondos soberanos que nos gobiernan ya estaban siendo gestionados por muertos vivientes. Empezaron comprando residencias de ancianos, hospitales, iglesias, cementerios… Lógicamente, terminaron adquiriendo participaciones en el cielo y el infierno.
Hombre – ¿Y entonces?
Mujer – Entonces es su elección… Pero debe saber que los morosos son mal vistos en el cielo.
Negro.
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Sketch extraído de la recopilación Ni siquiera muerto
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