Un sketch de Jean-Pierre Martinez
Uno – Prométeme que no te vas a poner nervioso…
Dos – ¿Qué?
Uno – Lo acaban de anunciar en Facebook. Unos científicos chinos han descubierto por fin el secreto último del universo.
Dos – ¿El secreto último del universo?
Uno – ¡Ya sabes! ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? ¿Por qué hay algo en lugar de nada?
Dos – ¿Qué?
Uno – ¡El Big Bang, los agujeros negros, la antimateria…!
Dos – ¿Y qué?
Uno – Pues que todo eso, en realidad, no existe.
Dos – Ah, ya…
Uno – Somos personajes ficticios de un gigantesco videojuego, diseñado por una inteligencia artificial para distraer a los niños de una civilización muy avanzada.
Dos – ¿Científicos chinos…?
Uno – Chinos, sí.
Dos – ¿En Facebook?
Uno – ¿Y qué cambia eso?
Dos – Nada.
Uno – ¿Y eso es todo lo que te provoca?
Dos – ¿El qué?
Uno – ¡Esto! ¡El hecho de que seamos personajes de ficción en un videojuego! No parece sorprenderte.
Dos – Siempre lo he sospechado.
Uno – ¿Siempre lo has sospechado?
Dos – Sí, lo sabía… ¿Tú no?
Uno – No… ¿Y si lo sabías… por qué no me lo dijiste?
Dos – Pensaba que tú también lo sabías.
Uno – Pues no, ya ves, no lo sabía.
Dos – Bueno… ahora ya lo sabes. ¿Y qué comemos?
Uno – ¿Qué comemos?
Dos – Tengo un hambre tremenda, ¿y tú no?
Uno – Al menos, eso no te quita el apetito.
Dos – ¿Y qué comemos?
Uno – Con todo esto, no tengo ganas de cocinar. Voy a pedir chino.
Dos – Vale…
Uno – Pero si somos personajes de ficción, ¿cómo podemos tener hambre?
Dos – Los juegos están muy logrados hoy en día, ya sabes. Los personajes son muy realistas. Incluso consiguen hacerles sentir todo tipo de emociones.
Uno – ¿Tú crees?
Dos – Mira a los hombres prehistóricos. Hace unos cuantos miles de años, todo era bastante rudimentario. Tenías hambre, matabas un mamut y te lo comías crudo. Querías compañía para cenar, atizabas a una mujer y te la llevabas a la cueva tirándola del pelo. Ahora…
Uno – Te casas, llamas a Uber Eats y pides chino.
Dos – Nos actualizan regularmente. A medida que la tecnología y el juego evolucionan.
Uno – Nunca me había dado cuenta de todo esto.
Dos – Sin embargo, es bastante evidente.
Uno – Sí…
Dos – ¿Y cómo lo descubrieron los chinos?
Uno – Se dieron cuenta de que había un fallo en el juego.
Dos – ¿Un fallo? ¿Qué fallo?
Uno – Pues eso. En un momento del juego, los personajes se dan cuenta de que son personajes de un videojuego.
Dos – De acuerdo. Entonces no soy el primero en darme cuenta.
Uno – No.
Dos – ¿Y ese fallo, lo van a corregir?
Uno – No se sabe…
Dos – Ahora bien… ¿es realmente un fallo?
Uno – ¿Cómo que…?
Dos – Quizás forme parte del juego.
Uno – Entiendo… Los personajes mismos alcanzan una forma de consciencia de sí mismos y se dan cuenta de que han sido creados por una potencia superior.
Dos – Sí…
Uno – ¿Y Dios, en todo esto?
Dos – Einstein dijo que Dios no juega a los dados. No dijo que no jugara a los videojuegos.
Oscuro.
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Sketch extraído de la recopilación ¡Tranquilo!
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