Un sketch de Jean-Pierre Martinez
Un personaje está sentado en un escritorio. Otro personaje llega.
Uno – Buenos días, vengo para autenticar una firma.
Dos – Sí…
Uno – Es un poder para la venta de nuestra casa de campo.
Dos – Muy bien.
Uno – Ya casi no íbamos de todos modos y… En fin, no voy a contarle mi vida.
Dos – No.
Uno – No podré estar presente para la firma del contrato preliminar porque… Bueno, tengo que hacer un poder, y el notario me dijo que la firma debía ser autenticada en el ayuntamiento.
Dos – De acuerdo…
Uno – Aquí está el documento y mi carnet de identidad.
El otro mira el carnet de identidad.
Dos – Señor Ramírez.
Uno – Así es.
Dos – Bueno… (Echa un vistazo también al poder) Juan Pablo Ramírez.
Uno – Sí, como puede ver, es el mismo nombre.
Dos – En efecto…
Uno – ¿Entonces firmo?
Dos – Como quiera.
Uno – Mire bien, ¿eh? Porque no tengo copia. No vaya a decirme luego: lo siento, estaba mirando para otro lado, ¿podría hacerlo otra vez?
Dos – Estoy mirando.
El otro firma el documento.
Uno – Y ahora firmo cada página… y listo.
Dos – Perfecto… ¿Puedo hacer algo más por usted, señor… Ramírez?
Uno – Bueno… ¡sí, me parece que sí!
Dos – ¿Y qué sería?
Uno – ¡El sello! Usted también tiene que firmar. Y poner el sello del ayuntamiento.
Dos – ¡Claro! ¿Dónde tengo la cabeza? A ver, ¿dónde habré dejado el sello del ayuntamiento…?
Uno – Está ahí, justo al lado de usted.
Dos – Ah, sí, es cierto… Entonces, la almohadilla… (Entinta el sello) Y listo… Espero que haya puesto suficiente tinta… Ya sabe cómo es esto con los sellos. O no pones suficiente tinta y es ilegible, o pones demasiada y se corre. ¿Qué prefiere?
Uno – ¿Qué prefiero?
Dos – ¿Prefiere que sea ilegible o que se corra?
Uno – Si realmente hay que elegir… prefiero que se corra un poco.
Dos – Haré lo mejor que pueda… (Entinta de nuevo el sello y se prepara para sellar el documento con aire concentrado, pero en el último momento detiene su gesto) Pero espere un momento…
Uno – ¿Qué pasa?
Dos – Después de todo… ¿qué me prueba que realmente es usted?
Uno – ¿Perdón?
Dos – Estoy aquí para autenticar esta firma, ¿no es así?
Uno – Sí.
Dos – ¿Qué me asegura que la persona que tengo delante es realmente la mencionada en este poder?
Uno – Acabo de darle mi carnet de identidad…
Dos – Claro… Tiene razón…
Uno – Bien.
El otro se dispone a poner el sello.
Dos – Espere un momento…
Uno – ¿Qué pasa ahora?
Dos – ¿Qué me asegura que la persona que tengo delante es realmente la mencionada en este carnet de identidad?
Uno – Pues porque… soy yo quien se lo ha dado.
Dos – Podría haberlo robado.
Uno – Porque la firma que acabo de poner en este poder es la misma que la que aparece en mi carnet de identidad.
Dos – Podría haber falsificado esa firma. Además, entre nosotros, no parece muy difícil de imitar.
El otro comienza a dudar.
Uno – Tiene razón… En realidad, eso no prueba nada…
Dos – No, claro que no.
Uno – Pero entonces… ¿qué puedo hacer para demostrarle que… soy realmente Juan Pablo Ramírez?
Dos – Ni siquiera eso lo probaría.
Uno – ¿Cómo es eso?
Dos – Podría ser un homónimo.
Uno – ¿Un homónimo?
Dos – Admítalo, Juan Pablo Ramírez… no debe de haber solo uno. Desafortunadamente…
Uno – Claro…
Dos – ¿Cómo saber si es el correcto?
Uno – Yo mismo estoy empezando a dudar de mí…
Dos – Entonces, ¿cómo lo resolvemos?
Uno – ¿Las huellas dactilares?
Dos – Puede suceder que dos personas tengan exactamente las mismas huellas dactilares.
Uno – ¿De verdad?
Dos – Es raro, pero es posible.
Uno – ¿Qué probabilidad hay?
Dos – Una entre 64 mil millones.
Uno – No somos 64 mil millones en este planeta.
Dos – En este planeta, no, pero si hubiera otros seres humanos, en otros planetas.
Uno – Ya veo… Entonces, para mi poder, ¿nada que hacer…?
Dos – ¿Sabe qué?
Uno – ¿Qué?
Dos – Me cae usted simpático.
Uno – ¿De verdad?
Dos – Sí… Tiene usted cara de buen tipo.
Uno – ¿Y entonces?
Dos – Le voy a dar el beneficio de la duda. (Sella el documento, lo firma y se lo entrega al otro) ¡Aquí tiene, señor Ramírez!
Uno – ¡Gracias por su confianza! No sé cómo agradecérselo.
Toma el documento y le echa un vistazo.
Dos – ¿Algún problema?
Uno – Eh… ¿está seguro de que es el sello del ayuntamiento?
Dos – ¿Insinúa que podría… no ser quien digo ser?
Uno – No, pero…
Dos – ¿Ahora es usted quien duda de mi identidad?
Uno – Podría haberse equivocado de sello.
Dos – ¿De sello?
Uno – Este no es el sello del ayuntamiento.
Dos – Déjeme ver… (Toma el documento y le echa un vistazo) Tiene razón, no es el sello del ayuntamiento.
Uno – ¿Está seguro de que es usted empleado del ayuntamiento?
Dos – ¿Seguro…? No. De hecho… casi diría que estoy más seguro de lo contrario.
Uno – ¿No es usted empleado del ayuntamiento?
Dos – No.
Uno – Pero entonces… si yo no soy quien digo ser, y usted tampoco, ¿quiénes somos?
Dos – Ser o no ser, esa es la cuestión… Pero para responderla, le aconsejo que vaya justo enfrente.
Uno – ¿Enfrente? ¿Y por qué?
Dos – Porque ahí es donde está la oficina del ayuntamiento.
Uno – ¿Y aquí qué es entonces?
Dos – Aquí es una autoescuela.
Uno – Ya entiendo lo que quiere decir…
Duda en irse.
Dos – ¿Algún otro problema, señor Ramírez?
Uno – Se lo dije… (Mostrando el documento) No tenía copia…
Negro.
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Sketch extraído de la recopilación De verdad y de broma
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