No es un drama

Un sketch de Jean-Pierre Martinez

Él está ahí, visiblemente incómodo. Ella llega, lista para salir.
Ella – Normalmente, siempre eres tú quien me espera… ¿Todavía no estás listo?
Él – Sí, sí, yo… Me estoy poniendo la chaqueta.
Ella – Tu chaqueta de cuero…
Él – La tenía antes de conocerte… Fue un regalo de mi abuela… No sirve de nada tirarla ahora, ¿no? Quiero decir… De todas formas, ella ya está muerta.
Ella – ¿Tu abuela está muerta?
Él – ¡No mi abuela! ¡La vaca! Es de vaca…
Ella – Claro… La vaca que sacrificaron en un matadero para que puedas cubrirte con su piel…
Él – Mi próxima chaqueta será de cuero vegetal, te lo prometo. Dicen que ahora hacen imitaciones muy buenas, a base de piña o champiñones.
Se pone la chaqueta sin entusiasmo.
Ella – Entonces, ¿hoy es el gran día?
Él – Sí, parece que sí…
Ella – Finalmente voy a conocer a tus padres… Empezaba a preguntarme si tenías vergüenza de mí.
Él – ¡Qué cosas dices! Sería más bien lo contrario…
Ella – ¿Lo contrario? ¿Por qué? ¿Te avergüenzas de tus padres?
Él – No, no, pero…
Ella – ¿Entonces de qué tienes miedo?
Él – De nada, te lo aseguro.
Ella – Más bien debería ser yo la que tuviera miedo. Me presentas a tus padres… Esto se vuelve oficial. Es casi un compromiso, ¿no?
Él – Sí…
Ella – ¡Muestra un poco de entusiasmo!
Él – Escucha, tengo algo que decirte.
Ella – Me estás asustando…
Él – Es sobre mis padres, precisamente.
Ella – ¿Tus padres? ¿Qué pasa con tus padres?
Él – No es fácil de decir…
Ella – Vamos, puedo escucharlo todo… En cualquier caso, si es importante, prefiero saberlo ahora. Me sentiré menos tonta…
Él – Digamos que esta comida no va a ser exactamente lo que imaginabas. Mis padres son… ¿Cómo decirlo…?
Ella – Son sordomudos. Se comunican en lenguaje de signos.
Él – No…
Ella – ¿Ciegos?
Él – Tampoco.
Ella – Son personas de baja estatura…
Él – Peor que eso… Bueno, para ti, en todo caso.
Ella – Ya veo… Votan a la derecha, y no te has atrevido a decírmelo. ¿Por eso no querías que los conociera antes?
Él – No, no es eso.
Ella – Claro, soy tonta. Me dijiste que eran libreros. No se puede vender libros y votar a la derecha.
Él – Tranquila, mis padres no votan en absoluto.
Ella – ¿Entonces qué?
Él – Es sobre… La comida… En fin, sobre la comida en general.
Ella – ¿La comida…?
Él – No te he contado toda la verdad.
Ella – Vale… Tus padres son judíos y comen kosher. ¿Cuál es el problema? ¡Se puede ser vegano y comer kosher! De hecho, es mucho más fácil. Es sobre todo la carne la que tiene que ser kosher, ¿no?
Él – Sí… Bueno, no sé…
Ella – Las frutas y verduras son muy ecuménicas. Estoy segura de que el veganismo podría acabar con todas las guerras religiosas. En la mesa, al menos, que ya es un comienzo… Mientras resolvemos el conflicto en Oriente Medio.
Él – Es un poco más complicado que eso…
Ella – ¿Qué? ¿El conflicto en Oriente Medio?
Él – No, para mis padres.
Ella – Entiendo… Son practicantes. Para complacerles, les has dejado creer que su futura nuera era judía. Y ahora no sabes cómo decirles que sales con una chica que no es judía…
Él – Tranquila, nadie en la familia es judío.
Ella – ¿Por qué crees que eso me preocuparía? ¿Qué clase de persona crees que soy?
Él – No, el problema es que…
Ella – Vamos, esto empieza a dar miedo.
Él – Mis padres no son realmente libreros.
Ella – ¿Cómo que no son realmente? Uno es librero o no lo es. ¿Cómo se puede no ser realmente librero?
Él – No son libreros en absoluto… y no son tan veganos como te dije.
Ella – ¿Cómo que no tan…?
Él – Comen verduras, claro, pero…
Ella – ¿Son solo vegetarianos? Bueno, tampoco es un drama. ¿Piensas que soy tan sectaria? ¿Pero por qué me dijiste que eran veganos?
Él – Lo dije así… Sabía que era importante para ti.
Ella – ¡Es contigo con quien voy a vivir! Compartes los mismos valores que yo, eso es suficiente. No se elige a la familia, ya es bien sabido. Así que menos aún a la familia política…
Él – No sé cómo decírtelo…
Ella – Entonces, tus padres no son libreros. ¿Y qué? ¿A qué se dedican?
Él – Tienen la carnicería, justo en la esquina de la calle…
Ella (sorprendida) – La carnicería…
Él – La carnicería de carne de caballo… Entre el zapatero y el estanco, ¿sabes?
Ella – Esto es una broma, ¿no?
Él – No.
Ella – Me dijiste que en tu familia todos eran veganos, excepto tu abuela, ¡y ahora me dices que voy a casarme con el hijo de un carnicero!
Él – ¡No soy carnicero! Solo soy el hijo del carnicero…
Ella – ¿Y pensabas decírmelo cuándo? ¿El día de la boda, durante la cena de celebración? ¿Entre el chorizo de burro y el filete de caballo?
Él – ¡Pero no! Ya te lo estoy diciendo ahora…
Ella – Te recuerdo que mis padres, ellos sí, son veganos. Y lo llevan muy en serio.
Él – ¿En serio?
Ella – Si te hace gracia, a mí no… Y ahora, ¿qué hacemos?
Él – Yo soy realmente vegano. Bueno, lo soy desde que te conocí… No cambia nada entre nosotros, ¿verdad?
Ella – Quizás para ti no signifique nada, pero para mí significa mucho…
Él – ¿Estás enfadada?
Ella – Voy a necesitar tiempo para reflexionar sobre todo esto, efectivamente. (Ella duda.) Pero no lo haré ahora. Nos han invitado, ¿no? Así que voy a ir… No soy de las que se echan atrás, que te quede claro. Hablaremos de esto después. ¿Vamos?
Él – El problema es que…
Ella – ¿Es que hay otro problema?
Él – No me atreví a decirles que no comes carne.
Ella – No, dime que no es cierto…
Él – No estoy seguro de que lo comprendieran… Ya no son muy jóvenes… A su edad, no sirve de nada forzarlos… Podría incluso matarlos, ¿sabes? Mi padre tiene el corazón delicado…
Ella – Podrías habérselo dicho, yendo con cuidado…
Él – Digamos que no encontré el momento adecuado…
Ella – Claro…
Él – Siempre puedes comer las verduras… Solo tienes que decir que no tienes mucho apetito… Que estás enferma…
Ella – ¿Sabes qué? Creo que el enfermo eres tú.
Ella se quita la chaqueta.
Él – Así que no vienes…
Ella (horrorizada) – ¿Una carnicería de carne de caballo?
Él – Entonces, ¿prefieres abandonar a su triste suerte a un hijo de carnicero recientemente convertido al veganismo? Sin ti, corro el riesgo de recaer, ya lo sabes…
Ella – ¿Encima me tomas el pelo?
Él – No me mires así, siento como si fueras a matarme.
Ella – La verdad es que… te confieso que me entran ganas de asesinarte.
Él – ¡Cálmate, te lo ruego! Recuerda que eres vegana… y que para ti el sexto mandamiento es el más sagrado de los diez.
Ella – ¿El sexto…?
Él – ¡No matarás!
Ella – Voy a estrangularte, y luego me confesaré.
Ella se acerca a él, amenazante.
Él – No hagas eso, te lo ruego.
Ella – No sé qué es lo que me detiene…
Él – ¿Entonces realmente te creíste esa historia?
Ella – ¿Qué?
Él – Vamos… ¡las carnicerías de carne de caballo ya no existen desde hace mucho! En la esquina de la calle, entre el estanco y el zapatero, ¡es una panadería! Si hicieras la compra más a menudo, lo sabrías…
Ella – ¿Tus padres no son carniceros?
Él – Mis padres son libreros, votan a la izquierda y son veganos. Como te he dicho siempre.
Ella – ¡Estás loco! ¿Por qué me contaste una historia así?
Él – Para ver hasta qué punto me quieres… Ahora ya lo tengo claro. ¿Entonces habrías rechazado casarte con el hijo de un carnicero?
Ella – No sé… No, probablemente no. Pero habría terminado matándote, de eso seguro.
Él – Entonces, ¿habría sido una tragedia? ¿Los Capuleto carniceros y los Montesco veganos…?
Ella – Pero al final, sigue siendo una comedia de enredo.
Él – Uno no cambia…
Ella – No es un drama.
Él – Bueno, ¿vamos? Vamos a llegar tarde.
Ella – Vamos. No habrás olvidado el pastel de zanahoria…
Él – Tranquila, cariño, ya está en el coche.
Ella – Por cierto, ¿esto era una propuesta de matrimonio?
Él – Sí…
Ella – Sin duda, la más sorprendente que una mujer haya oído jamás.
Él – Soy dramaturgo, después de todo. Llevo una semana preparándola. Entonces, ¿cuál es tu respuesta?
Ella – Creo que esperaré a ver a tus padres antes de responder.
Salen juntos.
Negro.


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Sketch extraído de la recopilación Dramedias
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