Demasiado ocupado

Un sketch de Jean-Pierre Martinez

Dos personajes, bastante mayores, se cruzan. El primero está vestido de manera deportiva y parece lleno de energía. El segundo está vestido de manera más clásica para su edad y parece más apagado. El primero reconoce inmediatamente al segundo.
Uno – ¿Pero qué veo? ¿Qué haces aquí?
El otro parece sorprendido.
Dos – ¿Nos conocemos?
Uno – ¿Que si nos conocemos? (Presentándose) ¡Gabi! ¡Trabajamos juntos en la misma empresa durante cuarenta años!
Dos – ¿Ah, sí?
Uno – Entonces, viejo, ¿cómo va la jubilación?
Dos – Va bien… ¿Y tú?
Uno – ¿Yo? Pensaba que me iba a aburrir. Pero nada de eso… No tengo ni un minuto libre.
Dos – ¿Ah, sí?
Uno – Bueno, el lunes tengo mi club de senderismo. La semana pasada escalamos un volcán.
Dos – ¿Un volcán?
Uno – Un antiguo volcán. Extinto, obviamente. Para bajar bien, pero para subir…
Dos – Sí, es como con las escaleras…
Uno – El martes, doy clases de alfabetización.
Dos – ¿En el instituto?
Uno – En la prisión.
Dos – Ah, ya…
Uno – Hay muchos extranjeros entre los presos, así que, claro, también hay muchos analfabetos…
Dos – Ah, sí… Como en el instituto, al final.
Uno – Es muy enriquecedor, ¿sabes?
Dos – ¿Ah, porque te pagan?
Uno – Enriquecedor… humanamente, quiero decir. Es voluntariado, obviamente. Les damos mucho, pero nos lo devuelven bien, te lo aseguro. Algunos vienen de países de los que ni siquiera conocía la existencia. Bueno, es un intercambio, eso es. Aprendemos tanto como ellos, ¿sabes? Sobre su idioma… sobre su cultura… Me cuentan su vida… Compartimos recuerdos… Incluso recetas de cocina, a veces…
Dos – Vaya… Debe ser fascinante.
Uno – ¿Dónde me quedé?
Dos – En el miércoles, creo…
Uno – Entonces el miércoles, ¡es sagrado! Cuido de mis nietos. Como los dos padres trabajan. Una verdadera alegría. Tengo suerte, viven justo enfrente de nuestra casa. ¿Tienes nietos tú?
Dos – Tres. Viven en Australia.
Uno – Vaya, qué lástima…
Dos – Sí, bueno…
Uno – Ayer los llevé al zoológico. Te vas a reír, pero nunca habían visto monos en la vida real. ¡Tendrías que haber visto sus caras! Bueno, no nos quedamos mucho tiempo. Eran bonobos…
Dos – Ah, sí… Y además es primavera.
Uno – Después fuimos al Mac Donald’s… No es muy de mis principios, pero bueno. Si no queremos alejarnos de los jóvenes, hay que hacer algunos compromisos.
Dos – Seguro…
Uno – El jueves… tengo mi clase de chino.
Dos – ¿Estás aprendiendo chino?
Uno – Es realmente fascinante, te lo juro. Y además no es tan complicado como parece.
Dos – Si tú lo dices…
Uno – ¿Sabes cómo se dice hola en chino?
Dos – Confieso que hasta ahora he logrado sobrevivir sin saberlo.
Uno – Ni hao.
Dos – ¿Miau?
Uno – ¡Ni hao!
Dos – ¿Ah, sí? ¿Pero por qué chino? ¿Piensas ir a China?
Uno – ¿Por qué no? Si no, siempre podría charlar un rato con el dueño del restaurante chino que acaba de abrir en la ciudad. Las Delicias de Pekín. Ya sabes, justo enfrente del ayuntamiento.
Dos – Las Delicias de Saigón… Creo que es vietnamita.
Uno – ¿Ah sí? Los viernes tengo mi club de lectura…
Dos – ¿Aún tienes tiempo para leer, con todo eso? Bueno, siempre quedan los fines de semana.
Uno – ¿Los fines de semana? ¡Estás bromeando! El sábado tengo mi clase de teatro y el domingo es el coro.
Dos – Vaya… No te aburres, en efecto.
Uno – Eso lo puedes decir… A veces me pregunto si no debería aflojar un poco. Ya no tenemos veinte años, después de todo.
Dos – Es verdad… Aunque yo, a los veinte años, ya no hacía mucho.
Uno – Hay que mantenerse activo si queremos estar en forma. Y sobre todo mantener las neuronas en funcionamiento, porque si no… ¿Has visto? ¡Hace un rato ni siquiera me reconociste!
Dos – Es que…
Uno – ¿Sabías que a partir de los sesenta años, nuestro cerebro pierde 100,000 neuronas al día?
Dos – Entonces no deben quedarme muchas…
Uno – Bueno, y tú, ¡cuéntame!
Dos – ¿Yo?
Uno – ¡Qué haces con tus días!
Dos – ¿Yo…? Nada.
Uno – ¿Nada?
Dos – Me aburro.
Uno – No puede ser… Pero si te apetece, ya sabes…
Dos – No, gracias.
Uno – ¿No, qué?
Dos – No, no me apetece.
Uno – ¿Ah, no?
Dos – Sinceramente, prefiero seguir aburriéndome.
Uno – ¿Ah sí…?
Dos – Sí.
Uno – Bueno… Cuando me encuentre con los antiguos compañeros de la RENFE, les daré noticias tuyas. ¿Sabes qué me regalaron esos cabrones cuando me jubilé?
Dos – No…
Uno – ¡Un tren eléctrico!
Dos – Ah, esos cabrones…
Uno – Nos reunimos una vez al año en junio para una buena comida y hablar de los viejos tiempos. ¡Podrías venir!
Dos – Eh, sí, ¿por qué no…? Pero sabes, yo hice toda mi carrera en Iberia.
Uno – ¿Ah, sí…?
Dos – Fui piloto de línea.
Uno – OK… No te retengo más. Y además tengo que irme. También ayudo al mediodía en la Cruz Roja. No tengo ni tiempo para comer. Te digo: ¡no tengo ni un minuto libre!
Dos – Sí, debe ser diferente de la RENFE.
Uno – Bueno… Pues… Adiós Alex…
Dos – Me llamo Dani.
Uno – En cualquier caso, disfruta de tu jubilación.
Dos – Sí, tú también. Entonces… Tam biêt.
Uno – ¿Tam biêt…?
Dos – Significa adiós en vietnamita.
Uno – Por supuesto…
El primero se aleja, todavía lleno de energía, mientras que el segundo se queda perplejo.
Oscuro.


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Demasiado es demasiado

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