Un sketch de Jean-Pierre Martinez
Una tumba, con un retrato del difunto y una placa que dice «En memoria de Jacky». En el suelo, un periódico viejo. Dos personajes llegan uno tras otro, cada uno con una maceta de flores, que colocan torpemente frente a la tumba. Parecen no conocerse, y están visiblemente incómodos. Silencio.
Uno – Mis condolencias.
Dos – Gracias…
Uno – Usted es de la familia, supongo…
Dos – Eh… no, no exactamente. ¿Y usted?
Uno – Yo tampoco.
Miran a su alrededor para comprobar que están solos.
Dos – Quizás hemos llegado temprano.
Uno – Sí…
Dos – O tarde.
Uno – Es sorprendente que haya tan poca gente.
Dos – Sin embargo… era alguien muy apreciado.
Uno – Sí.
Dos – ¿Le conocía? Quiero decir… ¿le conocía bien?
Uno – No mucho, la verdad… ¿Y usted?
Dos – Yo tampoco. De hecho, le confieso que no sé muy bien qué hago aquí.
Uno – Eso es lo que solemos pensar cuando asistimos a un entierro, ¿no?
Dos – Sí… Venimos por compromiso y luego… terminamos preguntándonos qué hacemos aquí.
Uno – Y pensar que me había jurado a mí mismo no asistir a ningún otro entierro.
Dos – Sí, yo también… Salvo al mío, claro.
Uno – Hemos hecho bien en venir… de lo contrario, no habría habido nadie.
Un momento de pausa.
Dos – Es muy triste…
Uno – No es una edad para morir, eso seguro.
Dos – ¿Qué edad tenía exactamente?
Uno – Exactamente… no lo sé. Pero no era tan mayor, ¿no? Al menos por su foto…
Dos – Quizás es una foto antigua.
Uno – Puede ser… ¿Se ha dado cuenta? Cuando ponen una foto en una tumba, generalmente eligen una del difunto cuando era joven y saludable.
Dos – Es cierto. Una foto de él antes de su enfermedad o… su accidente.
Uno – O… su decadencia.
Un momento de pausa.
Dos – Por cierto, ¿de qué murió exactamente?
Uno – Ah, no lo sé…
Dos – Lo que sabemos es que está muerto.
Uno – Es lo único que sabemos con certeza.
Silencio.
Dos – Sus flores son muy bonitas.
Uno – Las suyas también.
Dos – Son las mismas, ¿no?
Uno – Deben de ser del mismo sitio.
Dos – Sí…
Uno – Las encontré en una tumba, no muy lejos de aquí. No pensé en comprar flores, así que… las cogí al pasar.
Dos – Ah, ya veo…
Uno – ¿Y usted?
Dos – Lo mismo. No tenía dinero… Las recogí de una tumba, un poco más allá.
Uno – Las flores se han vuelto tan caras hoy en día.
Dos – Además, el dueño original no se va a quejar a la policía.
La mirada del otro se posa en el periódico del suelo.
Uno – No sé qué hace aquí este periódico… Podrían haberlo recogido…
Levanta el periódico y mira la portada.
Dos – Este cementerio no está muy bien cuidado. No sé si hay un guardián. Cualquiera puede robar flores de la tumba de un desconocido.
Uno – Qué curioso, aquí está su foto en la primera página…
Dos – ¿Su foto?
Uno – Hablan de su muerte…
Dos – ¿Y entonces? ¿Cómo murió?
El otro lee el artículo.
Uno – Un choque múltiple, al parecer.
Dos – ¿Ah, sí…?
Uno – Tenía tres gramos de alcohol en la sangre, iba demasiado rápido, cruzó una línea amarilla y chocó de frente con el coche que venía en sentido contrario.
Dos – Vaya, qué desastre.
Uno – El coche que venía justo detrás tampoco tuvo tiempo de frenar.
Dos – Varias víctimas, entonces…
Uno – Con él, suman tres.
Dos – Todo por culpa de un conductor imprudente…
Uno – Si lo hubiera sabido… no estoy seguro de que hubiera venido.
Dos – No, yo tampoco…
Uno – Pero, ¿teníamos otra opción?
Se miran con expresión enigmática. Nuevo silencio. Aparece un tercer personaje.
Dos – Ah… ahí viene alguien más.
Uno – La familia, probablemente.
El tercer personaje se acerca. Es el mismo cuyo retrato está en la tumba.
Dos – Debe ser su hermano, se parece un poco.
Tres – Hola… Gracias por estar aquí… Quiero decir…
Dos – No, no… Es lo mínimo.
Guardan un momento de silencio.
Tres – Espero que no me guarden mucho rencor…
Los otros dos intercambian una mirada desconcertada.
Uno – ¿Por qué íbamos a guardarle rencor? No fue usted quien lo mató, ¿verdad?
Tres – No, claro que no… Aunque, de alguna manera…
Uno – ¿Ah, sí…?
Tres – De todas formas, gracias por las flores.
Dos – No hay de qué, de verdad…
Uno – Es lo mínimo que podíamos hacer… (Pausa) Usted es… Quiero decir, era…
Dos – ¿Le conocía bien…?
El tercer personaje parece un poco sorprendido.
Tres – Sí, se puede decir que sí.
Dos – Es una pena irse tan joven…
Tres – Sí…
Uno – Sin mencionar a las otras dos víctimas que no tenían nada que ver.
Dos – El alcohol al volante, qué plaga… Nunca se dirá lo suficiente…
Incómodos.
Tres – Bueno, ahora no podemos hacer nada al respecto, ¿así que para qué lamentarnos? (Pausa) ¿Les sirvo algo?
Uno – ¿Perdón?
Tres – ¿Un refresco? ¿Una copita…?
Un momento de sorpresa.
Dos – Vale, una copita. Después de todo, nos levantará un poco el ánimo…
Tres – Y además, ahora, ¿qué arriesgamos?
El tercer personaje se aleja.
Uno – ¿Por qué no…? Se estila beber a la salud del difunto, ¿no?
Dos – Querrá decir en su memoria, claro. Porque beber a la salud de un muerto…
Uno – Sí, claro…
Dos – Y además, generalmente no se brinda directamente sobre su tumba, ¿verdad?
Uno – Creo que en México lo hacen, el Día de los Muertos.
Dos – Es verdad… pero no estamos en México.
Uno – Y tampoco es el Día de los Muertos.
Dos – ¿Está seguro?
Uno – ¿De qué?
Dos – De que no es el Día de los Muertos.
Uno – No lo sé…
Dos – En cualquier caso, no estamos en México… ¿O sí?
Silencio. El tercero regresa con tres copas de champán en una bandeja, que ofrece con una gran sonrisa. En la otra mano sostiene una botella de champán que coloca sobre la tumba.
Tres – Adelante, por favor…
Cada uno toma una copa.
Dos – Gracias.
Todos parecen un poco incómodos.
Uno – Bueno, pues… a la memoria de… (Mirando la placa) Jacky.
Tres – Eso es.
Levantan las copas y las vacían.
Dos – Está bien fresco.
Uno – Sí, es bueno.
El segundo coge la botella y mira la etiqueta, intrigado.
Dos – La Veuve Clicquot…?
Tres – Aquí, las viudas ya no existen… En el cementerio, todas las parejas terminan encontrándose tarde o temprano.
Uno – Claro…
Un momento de desconcierto. Vuelven a beber.
Tres – Sería aún mejor con unos canapés, ¿no?
Dos – No se moleste, nos quedamos de pie.
El tercero muestra una amplia sonrisa.
Tres – Ah, sí, no, me refería a canapés…
Dos – Sí, lo entendí… Estaba bromeando…
Tres – Voy a buscarlos…
El tercero sale otra vez, llevándose la bandeja.
Uno – Canapés… Es una locura, ¿no?
Dos – Sí…
Uno – ¿Qué quería decir con eso de la viuda?
Dos – No lo sé…
Uno – De todos modos, este entierro no está tan mal, ¿verdad?
Dos – Sí, parece más una barbacoa entre amigos.
Uno – Excepto que nadie se conoce.
Dos – No entendí bien quién era… Quiero decir, con respecto al difunto.
Nuevo silencio. Mira la tumba y el retrato.
Uno – Se parece un poco, ¿no?
Dos – Diría que se parece mucho…
Uno – ¿Cree que es él?
Dos – ¿Cómo podría ser él? Está muerto…
Uno – No lo sé.
El tercero regresa con los canapés en una bandeja.
Tres – ¡Aquí están! Por favor, sírvanse…
Uno – Gracias.
Se sirven uno tras otro.
Dos – Creo que probaré este.
Uno – Sí, están muy buenos.
Dos – Y además, son originales estos canapés, en forma de…
Uno – En forma de ataúdes.
Tres – Pensé que para esta ocasión…
Dos – Sí…
Mastican sus canapés.
Uno – Esto da sed…
Tres – Voy a buscar a su hermana pequeña…
Dos – ¿Su hermana pequeña?
Tres – ¡Otra botella!
Uno – Ah, claro…
Se aleja nuevamente. Los otros miran el retrato.
Dos – Es él, ¿verdad?
Uno – Parece que sí.
Dos – Entonces, ¿no estaría muerto?
Un momento de pausa.
Uno – O entonces, es que nosotros también estamos muertos.
Dos – Sí…
Se miran incómodos.
Uno – Perdón, un momento… (Se aleja y vuelve) Esto es una locura…
Dos – ¿Qué pasa?
Uno – Ahí está la mía también…
Dos – ¿La suya?
Uno – Mi tumba.
Dos – ¿Está seguro?
Uno – Mi nombre está grabado en la lápida.
Dos – Ah, claro…
Uno – Y también mi retrato. Cuando era joven…
Dos – ¿Cuál es?
El otro señala una tumba con el dedo.
Uno – Es la tumba de donde cogí esta maceta de flores. No me había dado cuenta…
Silencio.
Dos – En ese caso… seguramente esté la mía también.
Uno – Es posible… (Pausa) Entonces, esto no es… una despedida.
Dos – Más bien sería una bienvenida.
Uno – Por no decir una inauguración.
Silencio.
Dos – ¿Usted recuerda…?
Uno – ¿El qué?
Dos – Pues… Cómo morimos…
Uno – No estoy seguro, pero…
Coge el periódico y lo mira de nuevo.
Dos – ¿Qué pasa?
Uno – Hay una foto del accidente.
Dos – ¿Y qué?
Uno – Los coches son un montón de chatarra pero… me pregunto si no reconozco mi Twingo roja ahí…
Dos – Déjeme ver… (Coge el periódico y mira) Ah, sí… yo no habría reconocido la mía, pero… es mi matrícula.
Uno – Entonces en los coches de enfrente éramos nosotros…
Dos – Al parecer…
Un momento de pausa.
Uno – Y espera que le perdonemos con su champán…
Dos – Y sus aperitivos en forma de ataúdes.
Uno – Vaya morro…
Dos – Lo voy a matar.
Uno – Ya está muerto.
Dos – Y nosotros también…
El tercero regresa, con una gran sonrisa y otra botella de champán en la mano.
Tres – ¿Les sirvo un poco más?
Los otros dos le lanzan una mirada asesina.
Negro.
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Sketch extraído de la recopilación De verdad y de broma
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