El salvador

Un sketch de Jean-Pierre Martinez

Un personaje está sentado en una mesa, frente a una jarra y un vaso. Parece despreocupado. Abre un periódico. Otro personaje llega, con una pistola en la mano, tratando de no ser visto. Mastica chicle. El primero no lo nota, ya que tiene el periódico frente a los ojos. El hombre con la pistola lo apunta, todavía masticando su chicle. Está a punto de disparar cuando se atraganta y empieza a toser, asfixiándose. El otro baja el periódico, lo ve y va en su ayuda. Le da unas palmadas en la espalda.
Uno – ¿Estás bien?
El hombre con la pistola no responde y sigue asfixiándose. El otro le hace la maniobra de Heimlich, colocándose detrás de él y ejerciendo presión en su pecho. El hombre con la pistola finalmente escupe el chicle y empieza a recuperar el aliento.
Uno – ¿Mejor?
Dos – Me he atragantado con el chicle.
Uno – Bueno, lo importante es que ya estás bien.
Dos – Si no hubieras estado aquí… (Tose un poco.) Y no hubieras sabido qué hacer…
Uno – Es la maniobra de Heimlich. Dicen que es lo que hay que hacer en estos casos. Lo vi en la tele. Es la primera vez que lo hago, pero parece que funciona.
Dos – En cualquier caso, me has salvado la vida.
Uno – No exageres.
Dos – Sí, sí…
Uno – ¿Quieres beber algo para recuperarte?
Dos – Intentaré no atragantarme otra vez…
El otro le sirve un vaso de la jarra. El hombre, que aún tiene la pistola en la mano derecha, toma el vaso con la izquierda y bebe con avidez.
Dos – Esto sienta bien.
Uno – Me alegro… (Pausa) Pero si me permites… ¿qué haces con una pistola en la mano?
Dos – Ah, sí, la pistola… Yo…
Uno – ¿Venías a atracar este bar?
Dos – Es que…
Uno – Un bar de barrio, así… No creo que haya mucho en la caja… ¿Arriesgarte a acabar en la cárcel por unos cuantos euros?
Dos – Claro…
Uno – Si estás pasando por un mal momento, puedo ayudarte.
Dos – ¿Harías eso? Es decir… No, no puedo aceptar, pero…
Uno – ¿Pero qué? Lo hago de buen corazón, ¿sabes?
Pausa.
Dos – En realidad soy un asesino a sueldo. Venía para matarte.
Uno – Vaya… ¿Y por qué?
Dos – No es nada personal, te lo aseguro… Es solo mi trabajo.
Uno – Lo entiendo…
Dos – Sí… Pero ahora que me has salvado la vida… Me pone en un aprieto, claro…
Uno – Siento mucho causarte problemas… Quizás no debería haberlo hecho…
Dos – Sí, sí, pero… (Pausa) Eres una buena persona, ¿verdad?
Uno – Cuando puedo hacer algo para ayudar al prójimo…
Dos – ¿Por qué alguien querría matar a alguien como tú?
Uno – Contaba un poco con que tú me lo dijeras.
Dos – Nuestros clientes no siempre nos dicen sus motivos. Lo que les importa es el resultado… Y para nosotros, lo que cuenta es que nos paguen. A veces, es mejor no saber, además.
Uno – No debe ser un trabajo fácil.
Dos – Eres tan amable… Entiendo que, a la larga, eso pueda molestar a algunos… Pero de ahí a poner un contrato sobre ti…
Uno – No quisiera causarte problemas. Haz lo que tengas que hacer…
Dos (molesto) – Pues sí, pero ahora que me has salvado la vida…
Uno – Lo siento.
Dos – Repite una vez más que lo sientes y te meto una.
Uno – Perdón, es que… ¿Y ahora qué hacemos?
Dos – No sé… Tengo que pensarlo… Un contrato es un contrato…
Deja la pistola sobre la mesa y empieza a masajearse el brazo derecho.
Uno – ¿Estás bien?
Dos – Sí, pero no sé qué me pasa… Desde esta mañana tengo un poco de dolor en el brazo…
Uno – ¿Cómo que dolor en el brazo?
Dos – Como… un entumecimiento.
Uno – ¿No tienes problemas de erección?
Dos – ¿De erección?
Uno – Perdón, quería decir de elocución…
Dos – No más de lo habitual.
Uno – ¿Problemas de visión?
Dos – Ahora que lo dices, es verdad que llevo un tiempo viendo un poco borroso…
Uno – No hay que bromear con eso. Puede que estés teniendo un ictus.
Dos – ¿Un ictus?
Uno – Un accidente cerebrovascular. Los síntomas coinciden. Espero que no sea eso, pero no hay que correr riesgos. Voy a llamar a emergencias…
Dos – ¿Estás seguro?
Uno – Los ictus son una de las principales causas de mortalidad en nuestro país. Y las primeras horas son decisivas. Si se detecta a tiempo, puedes salir sin secuelas. (Marca un número.) Tengo un mensaje de espera… ¿Estás bien?
Dos – Estoy bien… Vine para matarte y en cinco minutos es la segunda vez que me salvas la vida…
Uno – Ah… (Mira algo bajo la mesa.) Nunca hay dos sin tres… No te muevas…
Da un golpe con el tacón bajo la mesa, se agacha y levanta una serpiente que muestra al otro.
Dos – ¿Qué es eso?
Uno – Una víbora. En la ciudad, es muy raro. Pero podría haberte matado…
El otro está completamente atónito.
Dos – No sé qué decirte…
Uno – No me des las gracias, es lo mínimo.
Dos – No tengo ninguna intención de agradecerte… En cambio, cada vez tengo más ganas de matarte…
El otro finalmente tiene a alguien en la línea.
Uno – Disculpa un momento… ¿Hola, emergencias?
Negro.


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Sketch extraído de la recopilación Asesinos de bromas
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Asesinos de bromas

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https://jeanpierremartinez.net

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