Bloody Mary

Un sketch de Jean-Pierre Martinez

Una mujer bastante sofisticada está sentada sola en una mesa con un vaso de cóctel vacío. Un hombre se acerca.
Él – Hola, ¿puedo invitarte a una copa?
Ella – Incluso a dos o tres, si quieres.
Él – Ahí no estoy seguro de tener suficiente efectivo encima.
Ella – Empecemos con una, entonces. ¿Cómo te llamas?
Él – Francisco, pero puedes llamarme Paco. ¿Y tú?
Ella – Mary. Pero puedes llamarme como quieras.
Él – Bueno… ¿Y qué te apetecería, Mary?
Ella – Lo mismo. Un Bloody Mary.
Él – Un cóctel… Eso es caro, ¿no? ¿Cuánto cuesta?
Ella – No lo sé. (Señalando a un hombre en la sala) Ese caballero allí fue quien me lo invitó.
Él – Ah, claro…
Ella le hace un pequeño gesto al hombre con una sonrisa seductora, antes de volverse de nuevo hacia su interlocutor.
Ella – Entonces, ¿qué?
Él – Ah, sí, perdón… (Rebusca en sus bolsillos.) Estoy tan acostumbrado a que me digan que no, que ni siquiera estoy seguro de tener suficiente. Me gasté las pocas monedas que me quedaban en veneno.
Ella – Es verdad que pareces un poco desesperado, pero no creo que el suicidio sea la solución, ¿sabes?
Él – Ah, no, pero… No es para mí.
Ella – ¿Quieres envenenar a alguien?
Él – Sí, bueno… No… Es veneno para hormigas.
Ella – Ya veo… Puedo pedir un café… si eso se ajusta más a tu presupuesto.
Él – En realidad, creo que no tengo nada de dinero encima.
Ella – ¿Es esa tu técnica para que te inviten a una copa?
Él – A veces funciona.
Ella – Pues digamos que hoy es tu día de suerte. ¿Qué vas a tomar?
Él – Lo mismo que tú.
Ella – Tienes gustos caros para alguien que no puede invitar a una mujer a una copa.
Él – También tengo dinero de vez en cuando, ¿sabes? Pero en mi trabajo, hay altibajos.
Ella – Y… ¿cuál es tu trabajo?
Él – Soy asesino a sueldo.
Ella – Entiendo… Y entonces, ahora mismo, es más bien temporada baja.
Él – Eso es.
Ella – ¿Y has matado a mucha gente en tu vida?
Él – Unos cuantos.
Ella – ¿Y ahora estás trabajando en algo? Aparte de esas hormigas…
Él – Entenderás que no puedo decirte nada sobre eso.
Ella – Claro… Secreto profesional…
Él – Lo siento.
Ella – No veo al camarero…
Él – Me ocupo de ello.
Se levanta.
Ella – Me tomaré otro contigo… Dile al camarero que ponga todo en la cuenta del señor…
Ella le indica al hombre en la sala que supuestamente le había invitado. Él se aleja detrás de escena. Ella aprovecha para coquetear un poco con el hombre en la sala. Él regresa con dos Bloody Mary y se sienta.
Él – Aquí tienes.
Ella – ¡A tu salud!
Él – ¡A la tuya!
Él se dispone a beber.
Ella – Ah, creo que has llamado la atención.
Él – ¿Perdón?
Ella le señala una mujer en el público.
Ella – ¿No te has dado cuenta? No deja de mirarte…
Él – ¿Estás segura?
Él mira a la mujer en el público. Ella aprovecha para intercambiar sus vasos.
Ella – Si no funciona conmigo, siempre puedes intentarlo con ella… Parece más de tu nivel.
Él – ¿Por qué no…?
Ella – Vamos, a la salud de tu próxima víctima.
Brindan y beben.
Él – Gracias por el cóctel.
Ella – Perdona que insista, pero obviamente estoy un poco intrigada. Es la primera vez que conozco a un asesino a sueldo…
Él – Cuando conoces a un asesino a sueldo, sabes que la primera vez suele ser la última…
Ella – ¡Es verdad! No había pensado en eso.
Él vuelve a beber.
Él – ¿Qué quieres saber?
Ella – Si tuvieras que matar a una mujer, ¿cómo lo harías?
Él – Hay varios métodos, pero para una mujer… Hay que saber ser elegante. Un poco de estricnina en su copa, tal vez…
Ella sonríe.
Ella – Sé para quién trabajas.
Él – ¿Ah, sí?
Ella – Y sé que te han contratado para matarme.
Él – ¿Por qué alguien querría matarte?
Ella – Yo también soy asesina a sueldo. Me llaman Bloody Mary.
Él – Ya veo…
Ella – Eres el tercer asesino a sueldo que me envían. Admito que los otros dos eran menos divertidos que tú.
Él – Y… ¿qué les pasó?
Ella – Murieron. De repente…
Él – Y tú sigues viva…
Ella – Como puedes ver. Estoy en plena forma.
Él – No por mucho tiempo.
Ella – ¿Y qué te hace decir eso?
Él – He echado estricnina en tu copa.
Ella – Cambié nuestras copas mientras mirabas a esa fulana.
Él – Ah…
Ella – Tranquilo, será muy rápido.
Él rebusca en sus bolsillos y saca dos sobres que compara.
Él – Mierda…
Ella – ¿Qué?
Él – Me equivoqué de sobre. Lo que puse en tu copa, bueno, en la que bebí yo, no era estricnina. Era el veneno para hormigas…
Ella – ¿Así que era verdad? ¿También tienes un contrato con un hormiguero?
Él – No, pero tengo muchas hormigas en casa, y es muy molesto, te lo aseguro.
Ella – Por suerte para ti, no eres una hormiga.
Él – Y parece que ni siquiera las hormigas sienten mucho efecto.
Ella – Así que, puedes terminar tu cóctel envenenado.
Él – Me siento un poco raro, de todos modos.
Ella – ¿Raro, quieres decir… aún más raro de lo habitual?
Él – Siento como… hormigueo en los brazos.
Ella – ¿Hormigueo?
Él – Al parecer, también es bastante laxante. Perdón, voy a tener que dejarte.
Ella – Ha sido un placer tomar una copa contigo. Hasta la próxima, tal vez…
Él sonríe y se va apresuradamente.
Negro.


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Sketch extraído de la recopilación Asesinos de bromas
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Asesinos de bromas

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